martes, 31 de mayo de 2011

Un fragmento de Edward Bach

Comparto un texto que habla por si mismo, algo que suelo compartir con mis pacientes...









Tan simple como esto:  la historia de mi vida

Un niño pequeño decidiò pintar un cuadro a tiempo para el cumpleaños de su madre. En su mente infatil, la  casa ya estaba pintada; sabía perfectamente como iba a quedar, hasta el más mínimo detalle, y sólo le restaba plasmarla sobre el papel.
La pintura está terminada a tiempo para el cumpleaños . Apelando a toda su capacidad, él le ha dado forma a su idea de la casa. Es una obra de arte, porque todo es muy suyo: en cada trazo expresa su amor hacia su madre, y cada ventana, cada puerta, estàn pintadas con la profunda convicción de que èse es el lugar correcto para ellas. Incluso pareciendo una parva de heno, es la casa más perfecta que fuera pintada alguna vez; y es perfecta porque el pequeño artista ha puesto en ella todo su corazón y toda su alma. Todo su ser está encerrado en esa pintura-
Esto es la salud: esto es el éxito, y la felicidad, y la verdadera vocación de servicio. Sertvir a través del amor, en la más perfecta libertad de seguir nuestro propio camino.
Así es como llegamos a este mundo, sabiendo qué cuadro tenemos que pintar, y con nuestra senda trazada a lo largo de la vida; todo lo que nos queda por hacer en ella es darle forma material. Pasamos por la vida llenos de gozo e interés, concentrando toda nuestra capacidad en el perfeccionamiento de nuestro cuadro, y volcando los mejores esfuerzos de nuestra capacidad para trasladar nuestros pensamientos y propósitos a la vida material, en cualquier entorno que hayamos elegido.
Entonces, si seguimos desde principio al fin nuestros propios ideales y deseos, con toda la fuerza que poseemos, no puede existir el fracaso; nuestra vida, saludable y feliz, ha sido un tremendo éxito.
Sin embargo, la misma pequeña- historia puede ilustrar cómo, si lo permitimos, las dificultades de la vida pueden interferir con ese éxito, felicidad y salud, y disuadirnos de nuestros propósitos.
El niuño está pintando, atareada y felizmente, cuando alguien llega y le dice: “¿Por qué no ponès una ventana aquì y una puerta allà? Y por supuesto, el sendero del jardín debería ir hacia este lado”. El resultado de esta actitud en el niño será una total pérdida de interés en su trabajo; quizás lo continúe, pero entonces solo estará poniendo ideas ajenas en el papel; tal vez se torne contrariado, irritado e infeliz, temeroso de rehusar las sugerencias.
Comenzará a odiar la pintura, y quizàs la rompa en pedazos; la reacción será de acuerdo al carácter del niño.
El dibujo final quizàs sea una casa reconocible, pero es imperfecta, y un fracaso, porque es la interpretación de los pensamientos de otros, no los del niño. Y probablemente ya no tenga sentido como regalo de cumpleaños, por no haber podido ser  terminado a tiempo, y la madre tendrá entonces que esperar todo un año para recibir su regalo.
Esta es la enfermedad; la reacción ante una interferencia. Es un fracaso y una infelicida transitoria, y ocurre cuando permitimos a otros que interfieran con nuestros propósitos en la vida, e implanten en nuestas mentes duda, miedo o indiferencia.

Edward Bach 

1 comentario:

  1. Bello, y muy claro. Desandar las interferencias mentales, todo un desafìo, pero muy necesario

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