martes, 21 de junio de 2011

Y què oficio le pondremos ...







En las consultas que me llegan como nutricionista, surgen temas que podría decirse que “exceden” lo estrictamente nutricional. Esta constante de mi actividad me condujo a replantearme cual era mi rol como nutricionista en estos procesos.
Con algunos pacientes reflexionamos sobre la importancia de que duerman la siesta, o contraten ayuda, deleguen y dejen de cargar pesos,  tener más tiempo libre, o que se re vinculen con su padre o con su madre. En estos casos, suele suceder que el consultante mantenga el vínculo que se ha dejado de lado a través de cierta identificación con la comida. Esta necesidad de continuar la nutrición aprehendida en desplazamiento del vínculo en ocasiones no les permite elegir otras opciones nutricionales más adecuadas en el  momento en el que se encuentran.
Aparecen también todo lo que los pacientes como padres “cargan” sobre sus hijos lo que nos lleva a re pensar sus hábitos; su propia falta de límites, poder diferenciar éstos del “control”; la importancia de salir de la rigidez.
 Estos re planteos buscan ubicarnos en un Nuevo lugar para re elegir, con elección verdadera, sin exigencia o dureza.
Nos centramos entonces en encontrar la forma propia, en dejar de comprar recetas, o reproducir las familiars. Al fin y al cabo, se trata, de dejar de evadir con la comida otras cosas; de quitar el exceso que hay detrás de los trastornos en la alimentación.
 En ocasiones surge la importancia de poner orden en varios aspectos de la vida,en otras de acotarlos, para eso es necesario decodificar qué hay atrás de, por ejemplo un comportamiento compulsivo, tal vez un vínculo, un hecho, una representación de nuestra historia… 
En fin son muy amplios y profundos los relatos, pero en todos los casos, a más profunda la consulta, más me lleva a reflexionar  Cuál es mi rol?
Si soy nutricionista… ¿ está bien que hablemos de esto?; ¿qué tengo que hacer, a dónde derivo, hasta dónde abro el diálogo?
Más preguntas de este estilo se me suscitaron , algunas, con respuesta clara e inmediata, otras, dejo que maduren, me tomo un tiempo, re pienso, consulto el caso si siento que es necesario.
Hasta ahora, indefectiblemente he llegado a la conclusión que ver complejamente con que nos NUTRIMOS es una llave importante para elaborar consejos nutricionales.
 Y esto incluye la comida, las emociones, los pensamientos, las relaciones, los mecanismos, las actitudes, los diálogos, las biografìas …
Entonces, el plato de comida, es un reflejo de muchas cosas que nos nutren a diario. Y todo lo que “lleva” ese plato complementa y colabora en la consulta en nutrición.
Al reconocer todos los ingredientes, al poner en palabras la receta, las cosas se aclaran.  Donde hay sensaciones que producen “ruidos” o “distorsiones”, tratamos de tomar de decisiones sostenibles por cada uno.
La calma vuelve cuando comprendo que una buena práctica del nutricionista consiste en “armar el plato” y “pensar los menús”. Y este nuevo armado nos obliga a pensar y elegir con qué  queremos alimentarnos en la vida.




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