Qué detrás de un plato de comida?
- ¿ Por qué no puedo bajar de peso?
- ¿Me falta voluntad?
- Caí en los dulces otra vez, ya lo tenía controlado!
Así arrancó el encuentro con una paciente- amiga, que ya bajó más de 10 kg, los últimos, rebeldes, 10 kg después de una vida de dietas, de todos los estilos y colores.
Esos últimos, nunca los podía bajar, así fue que llegó al consultorio y “ se entregó”, como dijo ella, a un estilo distinto, a una propuesta distinta, y los 10 kg, con mucho trabajo alrededor, fueron “sobrando” y se fueron retirando.
Y ahora, volvieron 3, y el miedo, la falta de confianza…también volvieron.
Revisamos, repasamos, pensamos juntos.
Hicimos un recorrido de todo lo transitado hasta acá, ¿Qué había atrás de esos 10 kg?
1- Tuvimos que ajustar conceptos alimentarios
2- Tuvimos que cambiar la rutina, salir de la inercia
3- Tuvimos que encontrar momentos personales de cuidado y disfrute
4- Tuvimos que revisar el rol de madre ( abnegada, sufrida, engordando y fregando, por cuidar a otros)
5- Tuvimos que revisar el rol de esposa ( por debajo de las decisiones del HOMBRE de la casa)
6- Tuvimos que revisar el rol de mujer que trabaja ( ¿Puedo ganar dinero por mi cuenta, puedo ser independiente?
7- Tuvimos que revisar el rol de abuela ( estoy siempre a disposición de las necesidades de mis hijxs y nietos y si no me ocupo de mí, no importa???
8- Tuvimos que revisar la habilitación personal
9- EL miedo a dejar de ser “ cómplice” de los malos hábitos familiares, pero que dan identidad
10- El miedo a “dejarlos atrás”, la culpa por “estar bien” ( salir de la mesa de los perdedores)
11- La culpa por “no tener problemas tan graves”
12- El miedo, a todo lo “nuevo” que aparece, el nuevo territorio que se conquista y abre posibilidades, puertas, nuevas formas de vida…y trae “pánico”
Y la lista continúa, en los años, algunas piezas se me olvidan, pero lo importante es que: si 3 kg vienen a ser la luz de alerta que se prendió, porque algo del listado está por volver, bienvenidos los 3 kg …gracias, gracias, gracias, a que mi cuerpo, sabio, no me deja pasar el cualquierismo, y me hace un síntoma, para que me despierte, me de cuente, y lo decodifique.
Decodificar el mensaje de los síntomas es lo que nos permite claramente elevar la conciencia y elegir, por lo tanto , amigarme y agradecerlo, luego trabajarlo en traducir y decodificiar para poder elegir y así, en ese camino, todo es coherente, todo tiene sentido, y no pasa por voluntades, aparentemente ajenas a nosotros.