viernes, 5 de agosto de 2016

Nuevos paradigmas en la consulta de nutrición




Cuando tenía 17 años conocí a un grupo de filósofos que trabajaban en encontrar la raíz del pensamiento latinoamericano.  Ellos afirmaban que de ningún modo esta raíz podía provenir del racionalismo ya que la forma central del pensamiento latinoamericano encuentra sus raíces en la sensibilidad, la pasión y el misterio.
Sin duda estas ideas marcaron mi propio modo de pensar e integran también los principios en los que baso mi práctica como nutricionista; desde entonces, me he permitido pensar y tratar de comprender al otro desde dimensiones más amplias que las que me ofrece el pensamiento racional, propio de las ciencias, y he trabajado en el reconocimiento y respeto de “otras racionalidades”.
Las dietas Veganas no se basan en un criterio Racional ni científico, se basan en un criterio ético, y no es intención de un vegano “tener razón” en cuanto a la calidad de su comida.
Si nos basamos en un criterio racional y científico, podríamos identificar beneficios y dificultades de la dieta vegana o de la vegetariana. Por ejemplo, podríamos evaluar las carencias de alguna vitamina (como la B12 y la D) en este tipo de alimentación, aconsejando que siempre sean suplementadas. Estas observaciones que pueden hacerse al vegetarianismo y al veganismo, en cuanto a su incidencia en la salud, desde el ámbito de la nutrición, suscitan controversias sobre si deben o no ser avaladas por los nutricionistas, ya que hay quienes se oponen  a reafirmar opciones alimentarias que consideran “incompletas”, a sus pacientes.
No es menos cierto que también encontramos ventajas en este tipo de alimentación: aludir, por ejemplo, al menor aporte de grasas saturadas o colesterol y al mayor aporte de carbohidratos complejos (almidón) y fibra, o ácidos grasos, omega 6, antioxidantes y fitoquímicos; o su menor densidad calórica o los numerosos estudios que confirman su utilidad para la curas de varios males propios de la época como la obesidad o la hiper colesterolemia.
Pero además de aportar datos que favorezcan o no una elección alimentaria, entiendo que nuestra tarea científica está en poner la ciencia al servicio de una mejor calidad de vida. En este sentido, me propongo construir una ciencia que no esté desentendida de las poblaciones y sus realidades; una ciencia que no dé la espalda a quienes adoptan decisiones alimentarias basadas en principios éticos o ideológicos, absolutamente respetables.
Esta ciencia de la nutricional tiene que trabajar para lograr que estas poblaciones puedan adoptar sus estilos de vida también apoyados en elecciones racionales, apoyadas en el conocimiento. En consecuencia, es necesario formar profesionales que puedan contribuir al sostenimiento y complemento de estos planes alimentarios,  y estudiar de qué modo suplir las deficiencias que estos presentan, respetando los parámetros de las comunidades.
 
Un poco de historia
La búsqueda sobre el origen y significado de la palabra VEGANISMO me llevó a un boletín de 1944, “The Vegan News. Quarterly Magazine of the Laiky Vegetetarians”, en el que un grupo personas que adoptaban este tipo de alimentación decidía “inventar” una palabra para denominar sus elecciones alimentarias basadas en el no consumo de animales y sus productos, por respeto a los demás animales. Este término, ingresó al diccionario de la Real Academia Española mucho después, hacia el año 2014.  
En este Boletín Instituyente, los veganos, luego de dar cuenta de las dificultades que encontraban en definirse con los términos existentes coinciden en la necesidad de crear un término que los defina por lo que eran y no por la vía negativa, como venía siendo usanza (no lácteos, o no carnívoros). A su vez, el término debí a incluir también la práctica de no consumir todos los productos de origen animal como los huevos o la miel (y que los vegetarianos aceptan en su alimentación), de allí que concluyen que:
“… nuestra dieta será conocida como una dieta VEGANA, y nosotros conocidos como VEGANOS”[1].  
Traigo esta anécdota porque advertimos en ese origen que el planteo de esta “forma de vida” se basa en cuestiones éticas, no científicas. En efecto, el “The Vegan News…” continúa su editorial aludiendo a la matanza de los animales como algo inadmisible para su filosofía “Podemos ver claramente cómo nuestra civilización actual está basada en la explotación de animales de la misma manera que las civilizaciones del pasado estuvieron fundadas en la explotación de esclavos, y creemos que el destino espiritual del ser humano conducirá a que en el futuro contemplaremos con horror el hecho de que el hombre se alimentó de productos hechos con los cuerpos de otros animales. “
Por último se alude a la falta de evidencia científica sobre los beneficios de basar la alimentación de las poblaciones en la carne o derivados de animales. Aún con esta referencia, este boletín vegano concluye que sostener esta alimentación es un impedimento para la evolución moral del hombre y que la época no está aún madura para el cambio que se proponen.
Como profesionales de la salud, comprometidos con un mundo mejor, podemos contribuir a que la época madure. Está también en manos de los nutricionistas la enorme y hermosa oportunidad de cambiar la historia, profundizar los conocimientos sobre los diferentes paradigmas alimentarios, informar e informarnos, buscar y crear herramientas que favorezcan a estas personas en sus opciones alimentarias, aunque no hayan surgido de principios científicos, a fin de que sus decisiones éticas, además resulten saludables.